Por Hugo Freyre.
“Para
defender la libertad se necesitan ciudadanos, no de café, sino de instrucción y
elevación moral” José de San Martin.
A una semana de conmemorar el 9 de julio, fecha
en la cual se recuerda en nuestro territorio nacional el día de la
Independencia, este artículo intentará traer a la coyuntura la palabra que le
da nacimiento a este artículo. Este hito de la historia argentina se remonta al
año 1816, por lo cual se cumplieron 205 años desde aquella gesta patriótica.
Romper las cadenas que nos ataban a los españoles, fue el primer paso de una
nación que comenzaba a transitar su camino. En este sentido, es donde dicha
emancipación permitió comenzar a delinear el sendero de la construcción de un
país con el desafío de edificar un proyecto de nación próspera y pujante. Un
país que en la actualidad, en cierto sentido, se encuentra rondando en una espiral de
repetitivos problemas, por lo cual se hace necesario pasar a una fase de mayor
madurez donde nos encontremos con nuevos problemas. Escapar de la precitada
espiral se constituye como el mayor desafío que enfrenta la República Argentina
en la actualidad, y en este marco, es donde la palabra independencia juega un
rol fundamental, con la esperanza de construir y asentar las bases de un país
mejor, que crezca y se desarrolle en forma sostenible, con mayor inclusión
social y un faro de oportunidades para todo aquel que tenga el deseo de habitar
este suelo.
Para ello, es imprescindible
Trayendo el tema a la actualidad, analizaré en
los próximos párrafos algunos desafíos que enfrenta la República Argentina en
orden a romper ciertas cadenas para construir esa independencia que soñaron
nuestros próceres.
Independencia
externa. En este punto es donde se inserta la idea de
romper las cadenas del financiamiento externo para afrontar gastos corrientes.
Se vislumbra con ejemplos concretos como lo son la deuda contraída con el FMI y
con el Club de París, que lejos de utilizarse para un desarrollo endógeno de
infraestructura y equipamiento tecnológico requerido para dar el “gran salto”,
se esfumaron en un esquema de financiar pagos de deuda adquirida con
anterioridad, la cual resulta ser hija del déficit fiscal crónico del cual
nuestro país no puede salir. Justamente, no es de liberal o de derecha decir
que el país debe transitar hacia un sendero de equilibrio fiscal, ya que estos
desbalances nos llevan a emitir o ir en busca de plata fresca al exterior. En
este esquema, es donde carecemos de independencia en orden a delinear un
programa económico que nazca desde las raíces argentinas, con su historicidad y
problemas particulares. El FMI te presta dinero, pero en contrapartida tiene
una receta que se aplica por igual a todos los países deudores, con pequeños
matices, pero que sin embargo apunta a ordenar las cuentas fiscales, y tener
una política monetaria y cambiaria que vaya en el sentido de acumular divisas.
En este orden de ideas, hablamos básicamente
de un problema de financiamiento estructural. Ahora nos concentraremos en la
economía real. Beneficiarse del sector externo significa, en cierto modo, atraer y fomentar inversiones que se
instalen en la economía
Independencia
interna. En cuanto a este
La
realidad no pide permiso, y el resto de los países no van a esperarnos. Hay que
subirse al barco del crecimiento y el desarrollo. Es necesario construir y
tejer relaciones comerciales que potencien nuestras ventajas comparativas. La
agroindustria es el principal motor de la economía argentina, ahora bien, es
imprescindible diversificar y construir una matriz productiva que también sea
un protagonista principal de la economía argentina. Esto es como tener a Messi
en tu equipo y no rodearlo de los intérpretes necesarios para que él pueda
explotar su talento.
Si el clima no acompaña como pasó en el 2018,
no deberías hipotecar ese año de crecimiento por no contar con instrumentos
alternativos. Si la cosecha no es la esperada, no tendrías que quedarte sin
reservas en el Banco Central. Si tus problemas son siempre los mismos y la
culpa siempre es del otro, es necesario mirar puertas para adentro e
indagarse que cuestiones se pueden mejorar. Eso se llama madurar
En este sentido, la historia nos interpela
en estas fechas a pensar y repensar la construcción de nuestro país. Con su historia y su gente, Argentina es un país que tiene todo para
explotar su potencial. Hay que reactivar esa llama interna, y la mejor
manera es siendo independientes para tener la libertad de elegir nuestro
futuro.
Imágenes:
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1 comentarios:
Observar y analizar nuestra historia , nos invita a mirar nuestro presente y preguntarnos, cuáles son los factores que no nos permiten avanzar hacia un país que hoy tiene un 50 % de pobreza (por poner un porcentaje medio). Las reflexiones de Hugo Freyre nos invitan a observar algunas de esas posibles respuestas . Excelente .
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