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Realidad.

domingo, 13 de diciembre de 2020

Por Hugo Freyre

“Podemos evadir la realidad, pero no podemos evadir las consecuencias de evadir la realidad” – Ayn Rand

¿De qué hablamos cuando usamos la palabra realidad? En cierto sentido, yendo a lo práctico y en términos muy simples, la realidad es lo que efectivamente pasa, o lo que percibimos que sucede. Muchas veces proyectamos, nos esforzamos en cierto sentido, o decimos que vamos por un cierto camino, y la realidad te lleva puesto. Es la realidad la que desnuda, en cierto sentido, el relato. En este orden de ideas, las cifras que hoy demuestra la macro argentina son producto de años donde la realidad no pudo ser manejada, a través de políticas públicas aplicadas y estímulo a los incentivos de trabajo y generación de capital, en orden a caminar hacia un crecimiento sostenido en el tiempo. Escuchamos expresiones como “el mercado te lleva puesto” o “si no haces el ajuste, te lo hace la realidad”. Y me quedo sonando la palabra realidad. Seguramente muchos de los que lean este artículo tendrán una definición mejor de lo que la realidad representa. De mi parte, intentare describir algunos momentos de la historia argentina, analizando la película y no la foto, “el flujo y no el stock” como lo escuche decir a un reconocido economista, en donde la “realidad” jugo sus cartas. El stock serían los momentos, días o años que recordamos, como por ejemplo la hiper del 89 o la crisis del 2001, pero el flujo es el continuo, son los sucesos que pasaron hasta llegar a esos momentos.

A su vez, si hay realidad existe fantasía, es decir, ese velo que tenemos en nuestro imaginario, y que muchas veces contrasta con dicha realidad. Entre la fantasía y la realidad puede haber mucha o poca distancia, lo que no puede dejar de existir es el aprendizaje, o análisis del porque nos pasa lo que nos sucede. En este sentido, la realidad pasa en la vida, sucede, y la fantasía en nuestras cabezas.



Aumentar las exportaciones. Muchas veces se escucha decir que el modelo a seguir, el camino por el cual la Argentina debe transitar es aumentar las exportaciones, para con ello poder hacerse de los dólares que sean el motor del desarrollo, esto es, que circulen por el “flujo sanguíneo” de una economía, engrosando las reservas del Banco Central, permitiendo mantener o aumentar las importaciones de bienes de capital y haciendo crecer a la economía sostenidamente, a través de un aumento en el PIB. ¿Cuándo hablamos de aumentar las exportaciones, esto es fantasía o realidad? Es decir, ¿es materialmente posible, con el nivel de presión tributaria y las condiciones de competitividad que tiene nuestro país, como, por ejemplo, costos logísticos, salir a jugar la “champions league” en materia externa? ¿Están dados los incentivos correctos, como, por ejemplo, la brecha cambiaria que es subproducto de un problema macroeconómico, para salir a competir en el mundo?.  Con antelación a plantear un objetivo, hay que visualizar las bases sobre las cuales se construye, de otra manera, obtendremos resultados que de antemano se encuentran escritos. Solo resta mirar la historia para mirar el desenlace que con más probabilidades sucederá, es decir, es como mirar de nuevo la final contra Alemania del 2014 y esperar que Palacios le rompa el arco a Neuer, en lugar de pincharla por arriba. Lamentablemente, no se puede volver el tiempo atrás, por lo cual esto no sucederá, sin embargo, la posibilidad de construir políticas públicas que cambien el rumbo, incentivando la producción y el empleo, con mejora del salario real para aumentar el consumo, atrayendo inversiones y estimulando las exportaciones si es posible.




Una lluvia de inversiones. Me quedo con la “lluvia de inversiones del segundo semestre”, una frase esperanzadora que fue característica del gobierno anterior, y es necesario capitalizar en el sentido de que, una inversión se instalara en nuestro país en la economía real, inyectando capital y creando trabajo solo si las condiciones de mediano y largo plazo auguran una economía estable, reglas de juego claras y un respeto a las instituciones y división de poderes que sea genuino y en la práctica tangible. En este esquema, si bien los brotes verdes habían comenzado a aparecer en la economía, fue un corto suspiro hasta que se cortó el ingreso de capitales extranjeros, es decir, el mundo decidió no prestarnos más, lo cual obligo al gobierno de Macri a ir en busca de fondos frescos que aseguraran el cumplimiento del plan fiscal, es decir, que los números cierren. La fantasía fue que las inversiones llegarían por el solo hecho de mostrar esperanza, sin embargo, la realidad demostró que con una inflación estructural que existe hace años en nuestro país, un rojo fiscal que no logra cerrarse, es decir, vivimos por encima de nuestras posibilidades y una legislación que en muchos casos debe ser adaptada a las reglas de mercado del nuevo siglo, ese crecimiento sostenido sin estas cuestiones solucionadas o en vías de discusión es imposible.




Para que la realidad no te lleve puesto, como, por ejemplo, con una devaluación repentina, como ya nos sucedió, es necesario sentar las bases desde abajo, construir la casa con cimientos fuertes, para que un viento fuerte no nos tire abajo la estructura. Esto, por ejemplo, traerá estabilidad y con ello los beneficios se visualizarán en el largo plazo, tomando un ejemplo, recuperando la confianza en nuestra moneda, construyendo un círculo virtuoso de ahorro e inversión y estimulando el crédito.

¿Qué discutimos cuando discutimos? Precio del dólar, pérdida de reservas, entre otras dificultades que atraviesa la economía argentina, son cuestiones coyunturales que devienen de problemas estructurales que no se han podido resolver a lo largo de los años, es decir, son la punta del iceberg. Es necesario sacar la cabeza del corto plazo, para poner la mirada en el mediano plazo. Los problemas estructurales se resuelven con “soluciones estructurales”, que nacen de técnicos con el apoyo de la política y sindicatos, por lo cual, no son soluciones mágicas que pueden venir de una sola persona o partido político. Hay que transformar la mezquindad por un anhelo de superación, de creer que, si la pobreza sube a lo largo de los últimos años, en lugar de buscar culpables, lo más sensato, productivo y necesario es buscar consenso y medidas que reviertan dicha situación social. Es necesario una agenda que incluya los problemas del ciudadano que todas las mañanas se levanta a pelearla. Es vital la sinergia y la construcción. El largo plazo reclama atención para que en el corto plazo comiencen a encontrarse las soluciones de fondo que nos permitan salir adelante.

A la realidad no le importa qué partido político gobierna. La realidad viene y te sorprende, te desnuda. La vida es un flujo o un continuo, por ello la ineficacia de perder el tiempo encontrando culpables, un tiempo que no vuelve y requiere ser aprovechado para tratar cuestiones prácticas que mejoren el bienestar de la sociedad. La realidad, como paso con este virus, de un momento para el otro surge. Y es ahí donde nos desnuda como país, como sociedad. Para ello, hay que esperarla con la caja de herramientas llenas. Algunos países combatieron el flagelo económico que trajo la pandemia tomando deuda a costos bajísimos, otros recurrieron a fondos de pensiones. Argentina, al no tener la posibilidad de acceder a estos tipos de instrumentos, accedió al único mecanismo de financiamiento que le quedaba, el cual era la emisión monetaria, con las implicancias inflacionarias, que con un margen de tiempo, ya comienzan a sentirse en los números que publica mes a mes el Indec. El paquete de estímulo por parte del Estado para recomponer la economía es necesario, sin embargo, las fuentes de donde provienen pueden ser distintas, de acuerdo a si el flujo, es decir, las distintas políticas a lo largo del tiempo se sucedieron armónicamente y pensando en el mediano y largo plazo.

Por ello, las consecuencias de la realidad no se pueden evadir, como dice la frase de Rand. Y es por esto, que es imprescindible atacar las causas y no las consecuencias, observar los cimientos de los problemas estructurales y encontrar soluciones basadas en el consenso. Solo de esta manera, podremos ser protagonistas y cambiar la realidad que duele.

 

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