Por Hugo Freyre
“Seamos libres
que lo demás no importa nada” José de San Martín.
Con el último
número que registra la pobreza brindado por el Observatorio de la UCA, vemos
como dicha cifra crece en forma sostenida en el tiempo, lo cual es un indicador
que promueve la preocupación, ya que un mayor número de personas ingresa en una
zona donde se ve comprometido el hecho de satisfacer necesidades básicas que
tiene un ser humano. En este sentido, vemos como la pobreza en nuestro país es
un problema de índole estructural, lo cual es producto de errores que se vienen
sucediendo hace años y no solucionándose los problemas de fondo que viene
arrastrando nuestra nación. Para ir a la raíz de la pobreza hay que ir de igual
forma a la base estructural de nuestro país, y para ello enfocarnos en la
macroeconomía, que luego repercute en la micro, es decir, en la vida cotidiana
de todos los argentinos.
Con un análisis
centrándome en figuras geométricas, primero analizare el circulo vicioso de la
economía, para luego tratar de ingresar en lo que debería convertirse en un
círculo virtuoso, y por último un triángulo que debe funcionar en forma
armónica y de manera mancomunada para que nuestro país salga de la situación de
crisis en la que se encuentra. Primero, hablaremos de la libertad.
Hablando
de la libertad. Con el título del
tema de la Renga como soporte en esta parte del artículo, me centrare en tratar
de analizar como la igualdad de oportunidades debe hacerse presente en una
sociedad que planea un futuro donde todos sus ciudadanos sean libres de elegir
su destino, entendiendo al mismo a través del hecho de proyectar su vida en lo
que respecta a educación, trabajo y cuestiones de la vida personal. En este
esquema, creo que el mayor acto de libertad que se le puede brindar a un
ciudadano es acceso a educación de calidad y oportunidades de insertarse en el
mercado laboral, para poder obtener los medios con los cuales satisfacer sus
necesidades. En este sentido, la ayuda social se convierte en un “puente” hacia
el destino de llegada, que, a mi entender, necesariamente debe ser la creación
de puestos de trabajo genuinos. Para ello, es necesario analizar el circulo
vicioso, para tratar de salir de esta espiral que no nos llevo a buen puerto en
las últimas décadas. De igual forma, para ser un país libre en materia
decisoria, es decir, no depender de misiones de organismos multilaterales que
nos marquen la agenda pública, como ordenar nuestras cuentas, entre otros
puntos, es necesario transitar un camino hacia un manejo ordenado de las cuentas
públicas, reorganizando ingresos y gastos de manera de, por ejemplo, no
depender de financiamiento externo para hacer frente a gastos corrientes.
El círculo
vicioso. Para generar
empleo y creación de nuevos puestos de trabajo es necesario que en nuestro país
el “clima de negocios” vuelva a instalarse en la agenda. Esto significa, entre
otras muchas cuestiones, repensar el sistema impositivo en su conjunto, con un
debate amplio que incluya técnicos y al sector político, entre otros sectores, discutiendo
la forma en como pensar una Argentina que sea sostenible y que pueda financiar
el gasto público, pero sin perder de vista que somos el segundo país con la
mayor carga impositiva del mundo. Por otro lado, en este esquema también se
inserta la necesidad de traccionar la inversión como motor del desarrollo, ya
que la misma te permite ampliar la oferta y pensar en un crecimiento a largo
plazo. Vemos en la experiencia Argentina como el consumo es un motor importante
de crecimiento y te permite despegar, pero sin embargo, siempre nos llevo a
períodos cortos de auge, no consolidándose un período de crecimiento de más
largo plazo, lo cual resulta indispensable en la lucha contra la pobreza
estructural. Por último, estabilizar el sistema de precios en nuestro país. Nos
acostumbramos a vivir con inflación, y esa no es una costumbre sana de un país
que quiere crecer sostenidamente, y no en forma de “serrucho” como lo veníamos
haciendo. El impuesto inflacionario es un impuesto no legislado que le pega de
lleno a los sectores de menores ingresos, ya que no pueden cubrirse con otros
instrumentos que le permitan pelear contra este mal endémico, y que es muy
difícil de parar sin un plan antiinflacionario serio, que ancle las
expectativas y permita detener la inercia inflacionaria. Para salir de este
círculo vicioso de la economía, entonces, hay que pararlo con un plan
consistente y que frene la rueda, con reformas estructurales y consenso, que
permitan sacar “la cabeza del agua” en el corto plazo, y sin olvidar los problemas
que enfrentaremos la semana que viene, pensar la Argentina del mediano y largo
plazo. No es magia, es planificación y acción. No es de un día para el
otro, es un proceso que llevará años. Es condición necesaria, pero no
suficiente. No se verán los frutos en el corto plazo, pero el cambio de rumbo
te conducirá seguramente hacia otro destino, distinto al que venimos
visualizando.
El círculo virtuoso. Un poco hablamos del camino que es necesario recorrer y en la “rueda” que la Argentina debe ingresar para crecer en forma sostenida. Incentivar la inversión, tanto interna como externa, recuperar el valor de la moneda, un sistema educativo que eduque a sus alumnos para las demandas laborales del futuro y estabilizar la economía, entendiendo a este proceso como ir en un sendero de baja paulatina de la inflación, planteando un esquema de recursos y gastos que sea consistente, esto es, “poder vivir” con lo nuestro, para de esta forma no tener que recurrir a la emisión monetaria descontrolada o al endeudamiento que hipoteque nuestro futuro. Para pensar en un país grande e inclusivo hay que sentar las bases para el crecimiento, afianzar reglas claras de juego para los próximos años y crear un país en donde cada ciudadano tenga las mismas oportunidades, entendiendo al esfuerzo y al mérito como pilares en este sentido, motorizando los deseos de una movilidad social ascendente, a través del trabajo y el capital, dos palabras que hicieron a nuestro país uno de los faros a nivel mundial no mucho tiempo atrás. Tenemos que recordar dos aspectos que nos llevaron a ser potencia, como, por ejemplo, una educación pública de calidad y el trabajo como condición necesaria para potenciar el crecimiento y un desarrollo más igualitario.
El triángulo coordinado. Por último, imaginar un triángulo en el cual en cada punta se visualicen tres sectores de la sociedad. En un vértice, pondremos al Estado, en otro al Sector Privado y en el tercero a la sociedad en su conjunto. El Estado, abarcando al sector público, debe establecer políticas públicas que permitan que el sector privado encuentre oportunidades y de esta forma propiciar el crecimiento, lo cual se traducirá en una mayor demanda de puestos de trabajo, lo cual repercutirá en forma virtuosa para la sociedad. En este esquema, además el sector público debe promover educación pública de calidad que prepare a las próximas generaciones para los desafíos laborales de este nuevo siglo, además de salud y seguridad. Es vital que las medidas que se tomen no sean aisladas, sino que las mismas tengan un destino certero y ello siente las bases para brindarle previsibilidad al sector privado, el cual tomará decisiones en base a las mismas, las cuales, si van en el sentido correcto, es decir, incentivando correctamente las decisiones, se materializaran en producción y empleo. Este interdependencia de dichos sectores, materializada en un triángulo, demuestra según mi percepción que es necesario el trabajo en conjunto, y que a pesar de la independencia que se visualiza en los vértices, es necesario el trabajo mancomunado y la constante conexión para potenciar una sociedad más igualitaria y con mayor calidad de vida. Por último, como un círculo que abrace este triangulo y este por encima de este, la Constitución Nacional y leyes, es decir, todo dentro de la misma y respetando la institucionalidad y los principios de una nación democrática.
En conclusión, y
a modo de cierre, hablar de la libertad requiere mirar estas cifras que duelen,
ya que detrás de esos números fríos hay personas con necesidades insatisfechas,
en un suelo que no mucho tiempo atrás (si miramos la historia de la humanidad)
fue potencia mundial y ejemplo del mundo, y que, además, produce alimentos para
una cifra mucho mayor de personas comparada con su población. No podemos
acostumbrarnos a internalizar como una cuestión normal términos como pobreza e
indigencia. Es la mayor deuda que el país y como sociedad tenemos, la interna.
Hay que reaccionar y accionar políticas que enciendan los motores del
crecimiento y el desarrollo, es necesario y vital.
Si queremos
construir otro país: planificación, consenso y acción. Trabajo interrelacionado
y monitorear los resultados, tanto directos como indirectos que las políticas
públicas producen, retroalimentando y generando nuevas propuestas basadas en el
consenso. Las generaciones que vienen, serán las que verán los frutos, y
seguramente mirarán atrás y agradecerán, por la valentía de desafiar al
destino.
Imágenes:
1 comentarios:
Círculo vicioso, círculo virtuoso y triángulo coordinado . Tres títulos que nos invitan a repensar nuestro castigado país sumada la pobreza estructural , la pobreza que sume a nuestros/as jóvenes y niñas y niños ( nuestro futuro). Solo agregar en el título "triángulo coordinado", eltriángulo o modelo político científico - tecnológico que popularizó Sabato . Y lo menciono porque las Universidades , especialmente las nacionales tienen un importante rol en la generación , en forma conjunta con el Estado , de políticas públicas que aporten , definitivamente , a salir de este círculo vicioso .
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