Por Hugo Freyre
“Soy lo que me enseño mi
padre, el que no quiere a su patria, no quiere a su madre”. Calle 13
El cuento de los tres
chanchitos es una historia popular conocida por todo el mundo. En la misma se
relata, en pocas palabras, como la diferenciación en la construcción de una
casa tiene diversas consecuencias. Por un lado, uno de ellos decidió a través
de un mínimo esfuerzo hacerla de paja, con lo cual tardo poco tiempo en
construirla. El segundo, decidió llevarla adelante con maderas y clavos, estableciendo
un punto intermedio entre seguridad y confort. Por último, el tercer chanchito
decidió hacer un esfuerzo mayor, tardando más tiempo que sus hermanos e
invirtiendo mayores recursos para que la misma sea fuerte y confortable. El
desenlace cuenta como los chanchitos que habían tomado la decisión de destinar
menor esfuerzo e inversión terminan en esta última casa cuando el lobo decide
soplar para derribar la misma y no lo logra.
Toda esta analogía puede ser
aplicada al caso argentino, ya que repetidas veces volvemos a caer en los
mismos problemas. Pasan los años, pero no logramos dar el “gran salto”. En
este sentido, cabe preguntarse si volvemos a caer por errar en el diagnóstico,
porque hay ganadores en estos procesos que se sienten cómodos con el statu quo
o por falta de voluntad para solucionar los problemas estructurales. En cuanto
al diagnóstico, muchos economistas advierten sobre el elevado déficit fiscal,
la escasez de dólares del Central, una economía que luce competitiva por el
tipo de cambio real, pero que no produce incentivos a la inversión en materia
tributaria y laboral, entre otras cuestiones.
Por el lado de los ganadores,
en todo período histórico donde devienen devaluaciones, por ejemplo, los
sectores con mayor poder adquisitivo son los que se benefician, o en otras
palabras, pueden acceder a las herramientas para cubrir el riesgo, en este
caso, de monedas.
La economía, concebida como un
juego de sabanas cortas, pone en evidencia que en todo proceso histórico y ante
cada política económica que se delinea y ejecuta, existen estos ganadores como también
perdedores, y el interrogante que surge al mirar para atrás es analizar la
causa de encontrarnos discutiendo si vamos camino a un período de mayor
inflación y desempleo, agravado por el efecto pandemia. Tal como el primer
chanchito, el cual construyo su casa de paja y se fue a jugar, parece que nuestro
país a lo largo de su historia construyo esta “casa” en base a las mismas
recetas, y dependió del tercer chanchito para poder subsistir, a través de
crédito externo, para solventar aquello que gastamos y no podemos cubrir, o en
su defecto, la emisión monetaria.
En este sentido, es vital
salirse de esta lógica de dependencia, volviendo a construir esta casa desde
sus cimientos, haciéndola más firme, no dependiente de un “buen clima”,
entendiendo al mismo como un buen clima de inversiones o para los commodities
que salen de nuestras tierras, sino que por el contrario, diversificando el
esquema productivo y abriéndonos al libre comercio de forma inteligente. Esto
incluye abrir paso a la tecnología, incrementar los incentivos al sector
servicios y delinear estrategias educativas y de empleo enfocadas en la
economía del conocimiento, propias del siglo XXI, entre otras cuestiones. Lo
nombrado no significa desregular la economía, pero tampoco cerrarnos al mundo,
vivir de los nuestro, sino insertarnos de forma madura en un contexto mundial
desafiante pero que tiene muchos mercados que demandan lo que producimos, y que
nos invitan a “repensar nuestra casa”, agregando valor para de esta forma
obtener los dólares que necesitamos para crecer, el consecuente desarrollo del
capital tecnológico y humano, sumado a una legislación impositiva y laboral que
sea propicia para un buen clima de negocios.
No se trata de una lucha entre
clases, una falsa grieta que nos ve “reboleando” la pelota de un lado al otro,
queriéndonos hacer creer que dependiendo del lado que te sitúes, tu ideología
política o tus creencias tendrás de enemigo al que piensa distinto. O salimos
entre todos, o nos hundimos entre todos. En el fondo de
esa grieta habitan los problemas estructurales profundos de nuestra sociedad,
aquellas deudas internas que todavía no pudimos saldar. Miramos hacia afuera
en busca de dar explicaciones a nuestros problemas, pero nunca queremos
hacernos cargo de los mismos. Y de esta forma seguimos caminando, sabiendo que
tarde o temprano nos toparemos con un nuevo “pozo”. Este tema requiere de un trabajo de
instrospección previa. En este nuevo punto de inflexión nos vuelve a poner la
historia, en el cual, nos interpela sobre si queremos comenzar a construir una casa de cimientos sólidos y fuertes, sabiendo que esta tarea llevará muchos años.
Es una mera analogía con
respecto al cuento de los tres chanchitos, pero nos puede invitar a pensar que
país queremos construir para nuestra generación y las siguientes. Si deseamos una casa
que se caiga al primer viento externo, o por el contrario, una casa que resista
y sea sustentable. Si queremos pintar las aberturas de la casa, es decir, ponerle
“maquillaje” a la misma o llego la hora de hacer las mejoras de fondo que constituyan los cimientos para los años venideros.
El ser humano es artífice de
su propio destino. Vivir en una casa segura y confortable requiere
de un mayor esfuerzo, trabajo y compromiso de parte de todos, además de mostrar
y contar una realidad que es difícil de afrontar. Sin embargo, como dijo Einstein “Si buscas resultados distintos, no
hagas siempre lo mismo”. Algo que suena tan simple, pero que es tan difícil de
llevar a cabo.
Fuente:
Política
Económica para decidir en Tiempos Difíciles. Pag. 340. J. C De Pablo (2019)
Imágenes:
https://www.google.com/search?q=la+grieta&tbm=isch&ved=2ahUKEwinra2xj9jrAhUYA7kGHQvpCD0Q2-cCegQIABAA&oq=la+grieta&gs_lcp=CgNpbWcQAzICCAAyAggAMgIIADICCAAyAggAMgIIADICCAAyAggAMgIIADICCAA6BAgjECc6BAgAEEM6BwgAELEDEEM6BQgAELEDUMvID1i06g9g3e4PaARwAHgAgAG5AYgByQ6SAQQwLjEzmAEAoAEBqgELZ3dzLXdpei1pbWfAAQE&sclient=img&ei=zrdWX6eOIZiG5OUPi9Kj6AM&bih=625&biw=1366&rlz=1C1LENN_enAR481AR481#imgrc=5en0r_cMyGkvIM
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