Por Hugo Freyre
Visualizamos que los problemas de la economía argentina se
repiten cíclicamente. Emulando un partido de vóley en el cual los dos equipos
que se enfrentan se pasan la pelota de un lado al otro, hasta que uno, por
error o virtud gana el punto, se puede pensar la historia de las políticas
económicas recientes. Es necesario parar la pelota y diagnosticar que tenemos,
para evaluar los pasos a seguir para sanear la situación. Vivimos mareados,
porque esa pelota sigue yendo de un lado al otro de la cancha, y el ciudadano
común ve como la inflación no puede contenerse, la deuda que había sido
solucionada con el conflicto de los buitres ahora vuelve a ser la principal preocupación
por estas tierras, y que el dólar no tiene un único valor, sino que por el
contrario, se habla de “cuidar” la brecha. “Las manos de todos los pibes arriba”
refleja ese bloqueo que es necesario poner, o en otras palabras, tener la
voluntad política de llevarlo adelante, para que en el futuro la pelota o los
problemas no sigan “pasando” de manos, sino que esa pelota pare de volar por
los aires, y el público tenga “un minuto” (o varios años) en el cual tenga
certeza de cuál será el destino de la misma.
Un punto largo. Luego de 12 años de kirchnerismo, los primeros
períodos mostraron superávits gemelos y un ciclo histórico del precio de las
commodities altos, sumado a un tipo de cambio real competitivo, marcando años
iniciales en los cuales la economía argentina vivió un período de bonanza, vislumbrado
en un crecimiento del PBI importante. Sin embargo, como todos sabemos, estos
ciclos de precios altos no son eternos, por lo cual es importante no
acostumbrarse a gastar según este ritmo de ingresos, ya que dichas variables
que nos benefician son exógenas, mientras que el aumento que se efectúa del
gasto es endógeno. El problema se presenta cuando caen dichos ingresos, y llega
la hora de ajustar internamente. Muchas veces este problema se soluciona
tomando deuda o emitiendo, lo cual no es gratis en materia de consistencia
macro.
Tomemos el caso de una familia, la cual tiene un comercio en
el cual su principal mercadería se pone de moda, y por lo tanto, sus ingresos
aumentan de manera notoria. Pues bien, en lugar de invertir con el objetivo de
modernizar su local o incorporar tecnología, decide aumentar su nivel de gasto
por encima de una situación normal. Cuando se acaba la moda, disminuyen los
ingresos, pero contrario al sentido común, deciden seguir con ese nivel de
vida. Van al banco, toman un préstamo, y continúan disfrutando, ya que no
tienen una maquinita de imprimir billetes en la casa.
Por otro lado, el Estado tiene la potestad de cobrar
impuestos, a diferencia de una familia. El problema está en que llega un
determinado punto en el cual se comienza a ahogar al sector privado, por lo
cual tampoco es una vía eterna de financiamiento, ya que llega un momento en el
cual se vuelve contraproducente para con la recaudación, producto del
desincentivo a invertir, generar nuevas ideas, entre otros aspecto.

Y llegó la hora del fondo. El fondo es un prestamista de
última instancia, al cual Argentina accedió a un préstamo muy importante desde
lo númerico y en un plazo de repago muy corto. Nuevamente, creo que se apostaba
a renegociar el mismo una vez que los números mejoren. La vida, como la
política y la economía es dinámica. Fue tiempo de las elecciones y cambiaron
los vientos de la política. Actualmente, al Ministro Guzmán le toca sentarse a negociar tanto con el FMI como con los acreedores privados. Una situación compleja, en la cual durante la última semana tuvo como protagonista un nuevo capítulo de un vencimiento de un bono.
El final es en donde partí. Como dice el tema de La Renga “El
final es en donde partí”, nos encontramos en un problema de deuda, cuando
partimos de dicha situación. Es decir, cuando volvemos a reincidir en el mismo
problema, seguramente será porque erramos el diagnóstico o porque a pesar de
tenerlo correctamente, no tomamos las acciones para solucionar. En criollo, no
se está dando “en la tecla”, o se está apretando la tecla equivocada. Yo creo
que hay un orden incorrecto en cómo se piensan los problemas. Como se dice, la
deuda es hija del déficit. Uno no se endeuda porque quiere, sino porque lo
necesita. En este sentido, no se estuvo solucionando el principal problema, y
no de estos tiempos, sino crónico de la economía argentina. El déficit fiscal
marca que se gasta más de lo que ingresa, y por lo tanto, es una cuestión de
sentido común más que de teorías explicativas complejas. La discusión en los próximos
años, si queremos ser un país serio, debe versar
en cómo administrar los
recursos de forma correcta, y de igual forma, de qué manera hacer crecer la
torta, para luego redistribuirla en forma equitativa. No hay que desviar más el
eje del debate, sino que por el contrario, es vital agarrar la pelota y
hacernos cargo de nuestra situación, en lugar de pasarla de un lado al otro de
la cancha.
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