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Las manos de todos los pibes arriba.

domingo, 16 de febrero de 2020


Por Hugo Freyre

Visualizamos que los problemas de la economía argentina se repiten cíclicamente. Emulando un partido de vóley en el cual los dos equipos que se enfrentan se pasan la pelota de un lado al otro, hasta que uno, por error o virtud gana el punto, se puede pensar la historia de las políticas económicas recientes. Es necesario parar la pelota y diagnosticar que tenemos, para evaluar los pasos a seguir para sanear la situación. Vivimos mareados, porque esa pelota sigue yendo de un lado al otro de la cancha, y el ciudadano común ve como la inflación no puede contenerse, la deuda que había sido solucionada con el conflicto de los buitres ahora vuelve a ser la principal preocupación por estas tierras, y que el dólar no tiene un único valor, sino que por el contrario, se habla de “cuidar” la brecha. “Las manos de todos los pibes arriba” refleja ese bloqueo que es necesario poner, o en otras palabras, tener la voluntad política de llevarlo adelante, para que en el futuro la pelota o los problemas no sigan “pasando” de manos, sino que esa pelota pare de volar por los aires, y el público tenga “un minuto” (o varios años) en el cual tenga certeza de cuál será el destino de la misma.



Un punto largo. Luego de 12 años de kirchnerismo, los primeros períodos mostraron superávits gemelos y un ciclo histórico del precio de las commodities altos, sumado a un tipo de cambio real competitivo, marcando años iniciales en los cuales la economía argentina vivió un período de bonanza, vislumbrado en un crecimiento del PBI importante. Sin embargo, como todos sabemos, estos ciclos de precios altos no son eternos, por lo cual es importante no acostumbrarse a gastar según este ritmo de ingresos, ya que dichas variables que nos benefician son exógenas, mientras que el aumento que se efectúa del gasto es endógeno. El problema se presenta cuando caen dichos ingresos, y llega la hora de ajustar internamente. Muchas veces este problema se soluciona tomando deuda o emitiendo, lo cual no es gratis en materia de consistencia macro.

Tomemos el caso de una familia, la cual tiene un comercio en el cual su principal mercadería se pone de moda, y por lo tanto, sus ingresos aumentan de manera notoria. Pues bien, en lugar de invertir con el objetivo de modernizar su local o incorporar tecnología, decide aumentar su nivel de gasto por encima de una situación normal. Cuando se acaba la moda, disminuyen los ingresos, pero contrario al sentido común, deciden seguir con ese nivel de vida. Van al banco, toman un préstamo, y continúan disfrutando, ya que no tienen una maquinita de imprimir billetes en la casa.

Por otro lado, el Estado tiene la potestad de cobrar impuestos, a diferencia de una familia. El problema está en que llega un determinado punto en el cual se comienza a ahogar al sector privado, por lo cual tampoco es una vía eterna de financiamiento, ya que llega un momento en el cual se vuelve contraproducente para con la recaudación, producto del desincentivo a invertir, generar nuevas ideas, entre otros aspecto.

¿Era Saque y red?. En Wimbledon, el histórico torneo de tenis, muchos jugadores apuestan al conocido “saque y red”, una forma de terminar el punto de manera rápida, ya que la superficie en la cual se juega así lo permite. Yendo al plano político, muchos le critican a Cambiemos el timing en el cual se llevo adelante el ajuste, es decir, tender a la convergencia hacia el déficit cero. Luego de recibir un abultado déficit fiscal, el gobierno entrante aposto a financiarlo endeudándose, accediendo a los mercados internacionales de créditos, y bajando dicho déficit en forma gradual con vistas a que el crecimiento futuro y los superávits primarios que se generarían pagarían la deuda, o mediante una construcción de confianza, le permitiría rollear la deuda a un costo razonable. Es decir, no se aposto al saque y red, sino que por el contrario, un proceso gradualista, en otros términos, ir “construyendo” el punto. El problema que surge es que estos procesos son riesgosos “per se”, desde su esencia, ya que el mercado no te presta eternamente, sino que de un momento para el otro, o mejor dicho, cuando analiza que la posibilidad de repago comienza a escaparse de la realidad, se te "corta la tarjeta de crédito". 


Y llegó la hora del fondo. El fondo es un prestamista de última instancia, al cual Argentina accedió a un préstamo muy importante desde lo númerico y en un plazo de repago muy corto. Nuevamente, creo que se apostaba a renegociar el mismo una vez que los números mejoren. La vida, como la política y la economía es dinámica. Fue tiempo de las elecciones y cambiaron los vientos de la política. Actualmente, al Ministro Guzmán le toca sentarse a negociar tanto con el FMI como con los acreedores privados. Una situación compleja, en la cual durante la última semana tuvo como protagonista un nuevo capítulo de un vencimiento de un bono.

El final es en donde partí. Como dice el tema de La Renga “El final es en donde partí”, nos encontramos en un problema de deuda, cuando partimos de dicha situación. Es decir, cuando volvemos a reincidir en el mismo problema, seguramente será porque erramos el diagnóstico o porque a pesar de tenerlo correctamente, no tomamos las acciones para solucionar. En criollo, no se está dando “en la tecla”, o se está apretando la tecla equivocada. Yo creo que hay un orden incorrecto en cómo se piensan los problemas. Como se dice, la deuda es hija del déficit. Uno no se endeuda porque quiere, sino porque lo necesita. En este sentido, no se estuvo solucionando el principal problema, y no de estos tiempos, sino crónico de la economía argentina. El déficit fiscal marca que se gasta más de lo que ingresa, y por lo tanto, es una cuestión de sentido común más que de teorías explicativas complejas. La discusión en los próximos años, si queremos ser un país serio, debe versar
en cómo administrar los recursos de forma correcta, y de igual forma, de qué manera hacer crecer la torta, para luego redistribuirla en forma equitativa. No hay que desviar más el eje del debate, sino que por el contrario, es vital agarrar la pelota y hacernos cargo de nuestra situación, en lugar de pasarla de un lado al otro de la cancha.

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