Por Hugo Freyre
Para saber hacia dónde corremos, es necesario mirar un poco
hacia atrás, para luego posicionarnos en el presente y pronosticar el futuro.
Nadie sabe lo que sucederá, muchos escenarios se plantean, sin embargo, la
decisión se puede ilustrar como una bifurcación de dos caminos, en donde las alternativas se presentan en poner parches y más parches o tomar un camino más
prolongado y sustentable en el tiempo.
Hasta acá llegamos;
¿Cómo llegamos hasta acá?. En un 2019
“supereleccionario” fuimos protagonistas de una película, a nivel nacional, que
arranco con el armado de las fórmulas presidenciales, con un escenario donde “Fernández-Fernández”
versus “Macri-Pichetto” polarizaron el escenario electoral. Estas dos fórmulas se
presentaban como aquellas que presentaban mayor cantidades de chances de
acceder a la Casa Rosada.
En este esquema, llegaron las PASO. El resultado, muy
favorable para la que era en ese entonces la oposición, marco en el plano
financiero, una caída abrupta de las principales acciones que componen el
índice Merval, sumado a una devaluación. En ese lunes negro, en el cual el
mercado leía las grandes posibilidades de Fernández, comenzó el recorrido a las
generales, con el oficialismo intentando volver a seducir a una masa de
votantes que había perdido, a través de medidas pro-consumo y recuperación del
salario real. Vivimos un “veranito económico”.
En este sendero, llegan las elecciones generales, las cuales
confirman a Fernández como presidente electo, sin embargo, el margen de
diferencia con Macri fue mucho más estrecho comparando con el obtenido en las PASO. Este
es un dato no menor, ya que se puede leer entre líneas que la sociedad no le
entregaba un “cheque en blanco” al nuevo gobierno, sino que por el contrario,
habrá un sistema de frenos en los Poderes Legislativos y territorialidad que podrá poner un manto
de equilibrio ante cada medida que se quiera tomar. A partir de este punto,
comienza la transición, donde la mayor preocupación del ahora oficialismo se
empieza a reflejar en la cantidad de reservas del BCRA, la sangría de dólares
que producía la volatilidad en esta etapa, donde la “reina madre” parecía ser
la incertidumbre sobre lo que vendría, recaída en donde se situaría el eje de
poder en el Frente de Todos.
El presente. En el
primer mes del gobierno del Frente de Todos podemos vislumbrar como principal
episodio político el paquete de medidas económicas que fue enviado y aprobado
en el Congreso. Dicho paquete se inserta en un esquema donde el principal
objetivo es asegurar los dólares para cumplir con los próximos vencimientos
vislumbrado en medidas como el cepo (ya se había instaurado en la transición) y el aumento
de las retenciones. Por otro lado, se intenta otorgarle un impulso al consumo vía el cuidado y recomposición del poder adquisitivo, congelando precios y tarifas, aumentando el salario nominal por medio del otorgamiento de bonos. Por el lado de la política monetaria, observamos un Banco Central que se encuentra relajando la política monetaria en un sendero de tendencia a la baja de la tasa de política monetaria tratando de
reactivar la rueda del crédito, con la “tranquilidad” de que esos pesos no se
volcarán al dólar libremente por el mencionado cepo. En este sentido, habrá que
evaluar si la tasa del plazo fijo tradicional, inversión en pesos conocida por todos, le gana,
empata o pierde frente a la inflación. En el caso que la tasa real sea
negativa, es decir, que la tasa de rendimiento sea inferior a la inflación, deberá pensarse algún vehículo de inversión alternativo que cuide y potencie el ahorro
en pesos, para que la demanda de dinero no caiga y el peso siga perdiendo
valor. Estabilidad es la clave parece ser. Un dólar que no se mueva tanto, sin
embargo, que no quede atrasado, ya que ello conllevaría pérdida de
competitividad sumado a que la medida de aumentar las retenciones no vería su
correlato en la recaudación.
Por otro lado, en el contexto internacional, se puede
vislumbrar el conflicto entre EEUU e Irán, y por otro lado, la tregua comercial
entre EEUU y China. La geopolítica plantea un escenario dinámico, el cual no
debemos perder de vista, producto de la alta dependencia al riesgo
internacional que deviene de la deuda externa. Por la parte del conflicto, es
necesario no perder de vista el precio internacional del petróleo, ya que se
mantiene la política de mantener congelados los combustibles, sin embargo ante
un aumento del precio internacional, YPF comenzará a sufrir dichos efectos,
traducido en menor rentabilidad y comprometiendo la política energética en los
próximos años. En este esquema, tal cual una olla a presión, podes contener los
precios, pero no las cantidades, sumado a que cuando destapas la olla, no
llegue la hora de “quemarse” con los precios.

En un escenario favorable, salís con aire de la negociación,
logrando un acuerdo cumplible y creíble por el mercado, sumado a un paquete de
medidas de reactivación y una política económica prudente. En el otro, el
contexto internacional desmejora, se complica la negociación y seguimos yendo a
corto plazo en materia de políticas económicas, tratando de no perder frente a la
inflación. ¿Para donde corremos? Muchas factores influirán, no hay un camino,
sino muchos. La sincronización o timing, el ritmo y la posibilidad de atravesarlo
sin lugar a dudas serán factores claves en este viaje.
Imágenes:
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