Por Hugo Freyre
Una
tormenta perfecta. Luego de la crisis de financiamiento que
vivimos y la corrida cambiaria que vino de la mano, el dólar parece haberse
estabilizado. Parece, porque la última palabra no está dicha. Sin lugar a
dudas, los dólares que vienen del Fondo le dan un respiro al Banco Central en
materia de financiamiento y contención. Algunos critican el timing, tomando
como muy apresurada la decisión de acudir al Fondo. El tiempo dirá si fue una
decisión correcta haber acudido en tiempos en que el financiamiento
internacional comenzaba a encarecerse, pero elegir el camino del gradualismo
tiene estos riesgos. La volatilidad que tuvo en los últimos meses fue muy
pronunciada, sin embargo comenzó a estabilizarse en este último tiempo, acomodándose
en una “zona de confort”. Esto es importante en el corto plazo para los
mercados, ya que permite reacomodar carteras y estabilizar por un tiempo el
clima bursátil. Sin embargo, es difícil pronosticar a mediano plazo y los ojos
de los inversores estarán puestos en las próximas medidas que tome el Gobierno.
Recuperar la confianza en el corto plazo es crucial.
Un
año de pálidas. El 2018 será recordado por muchos como el año
en el cual toco atravesar una sequía que afectó en gran medida al sector
agropecuario, una crisis de financiamiento que dejo como secuelas una
devaluación muy importante de la cual todavía quedan impactos, faltando
determinar cuánto de dicho aumento se traspasa a precios, afectando la tan
“tocada” meta de inflación, sumado al gasto de reservas para tratar de contener
la divisa estadounidense. La conferencia de prensa a fines del año pasado donde
se modificaron las metas de inflación dejo grandes secuelas, dañando la confianza
que se había ganado el Central. Quizás dichas metas fueron muy ambiciosas, y lo
que representa un error es haberlas modificado apenas se aprobaba el
presupuesto. En este contexto, es donde se decide dar previsibilidad y poner
dos cabezas al frente de la gestión económica, por un lado Dujovne y las
cuentas públicas, y por el otro Caputo al mando del Central.
¿Para
donde corres?. Llego el tiempo de parar la pelota, acomodar
la casa luego del huracán, y trabajar con lo que quedo. Un tipo de cambio que
venía atrasado, es decir, su precio no se había corrigió teniendo en cuenta la
inflación acumulada, dio un salto que beneficiará a los sectores exportadores,
y en contrapartida hará disminuir las importaciones, achicando el déficit de la
balanza de pagos. Esto en cierta medida, repercutirá en forma positiva en lo
que hace al sector externo. El dato negativo es el tan temido pass through, es
decir, cuanto de dicha devaluación se traslada a precios, afectando la
inflación y en forma directa el poder adquisitivo de la población. Una
inflación que se creía domada, con una tendencia bajista, pero que demuestra
ser un rival que no se deja vencer con una sola arma, en este caso, la tasa de
interés. Por otro lado, acudir al Fondo implica una exigencia por parte del mismo
de repagar la deuda. En este sentido, habrá que achicar el déficit fiscal,
tratando de llegar al equilibrio, lo que implica un ajuste en las cuentas
públicas. Dicho ajuste vendrá, parece ser, de la mano de la obra pública, sin
embargo, no hay que olvidarse que el año entrante se definen las
presidenciales, entonces cabe preguntarse: ¿Hasta dónde llegará dicho ajuste?
La mirada de pasar el invierno
tiene un sesgo cortoplacista. Lo ideal sería reacomodar la macro, retomar el
sendero del crecimiento y revertir hacia una tendencia bajista la inflación.
Por otro lado, la tasa de interés no puede mantenerse en estos niveles por mucho
tiempo, ya que complica el financiamiento de las Pymes, motor de nuestro país y
por otro lado, prioriza la inversión financiera por sobre la real, que es la
que verdaderamente genera fuentes de empleo. En este sentido, los dólares que
llegan deben ser bien utilizados para estabilizar un país que todavía sigue
enfermo. Esa enfermedad que muchas veces lo sacude, que niega y le cuesta aceptar,
pero cuando tiene recaídas vuelve a caer en la realidad. Un país que gasta más
de lo que tiene no es saludable, o termina financiándose vía endeudamiento y
cuando se corta el mismo pasa lo que vivimos, o usa la maquinita de emitir
dinero, la cual no es gratis, ya que va dejando más y más gente por debajo de
la línea de pobreza. Como una familia no puede vivir de la tarjeta de crédito,
es necesario comenzar a generar recursos genuinos y direccionarlos en un sentido
efectivo. La pregunta es hacia qué modelo de país se apunta de acá en adelante,
ya que el único sector que termina proveyendo los dólares necesarios es el
campo, y es necesario ponerse a trabajar en generar una matriz productiva
diversificada que pueda ser el motor de desarrollo en tiempos en los cuales el
clima no acompaña.
Queda mucho por hacer a largo
plazo y el camino no es fácil. Pero primero, hay que pasar el invierno.
Imagenes:
https://www.google.com/search?q=game+of+thrones+the+winter+is+coming&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjW-uKHz8rcAhVFjpAKHVYaAB4Q_AUICigB&biw=1366&bih=635#imgrc=f3g2cwYJdQg7CM:
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