Por Hugo Freyre
Como toda etapa en la
vida en la cual se pierde el equilibrio, es necesario volver al punto en donde
todo fluye de una manera sincronizada. El reacomodamiento de tarifas, en este
sentido, puede tomarse como un camino de transición en donde el esfuerzo por parte
de la sociedad es descomunal en muchos casos. Tener congeladas por un largo
período las mismas dio como resultado llegar a un punto en el cual se hizo
necesario ajustar el precio para dejar de subsidiarlas. Por otro lado, desde el
lado de las políticas públicas puede visualizarse en el hecho de designar como
“SuperMinistro” a Dujovne, dejando ver que el norte de la gestión se centrara
en volver al equilibrio en materia fiscal. Son muchos los agujeros que deben
remediarse en este período, pero si los mismos no se solucionan en formar
coordinada y con sentido común por encima de soluciones técnicas estamos
destinados a seguir cargando con los mismos problemas. Un ejemplo en este
sentido es persuadir a los inversores extranjeros para que inviertan en nuestro
país para luego gravar con impuestos dicha renta. Por otro lado, esperar una
devaluación de la moneda que favorezca la competitividad, mientras que el
presidente del Banco Central debe morigerar dicho incremento para que no se
traslade a precios y afecte la meta de inflación planteada. Los objetivos y
esfuerzos deben direccionarse en una misma dirección para llegar al resultado
esperado.
Es necesario calibrar
la brújula, marcar el punto de llegada para establecer lineamientos que
permitan ir en esa dirección. ¿A qué precio debe estar la divisa estadounidense
para no perder competitividad pero que tampoco se afecte el número
inflacionario a través del pass-through, es decir, el traslado a precios? ¿Cuál
es el camino hacia el equilibrio fiscal, un poco más de gradualismo o acelerar
la velocidad? ¿Qué impactos sociales puede generar dicho cambio de velocidad?

Por otro lado, la
estrategia utilizada hasta ahora fue la toma de deuda. Esto implica que ante un
aumento de la tasa de interés internacional o el hecho de que la “canilla” de
préstamos se cierre, volver necesariamente a la emisión como forma de financiamiento,
lo que le pega de lleno a las metas de inflación, y por ende, a la credibilidad
del Banco Central, cuestión central a la hora de analizar la política monetaria
de un país.
El problema será que
nos resignamos a vivir de crisis en crisis, ya que gastamos lo que no tenemos.
Vivimos el momento sin importarnos lo que vendrá, ya que alguien lo paga, y
precisamente no somos nosotros. El resto del mundo no nos presta porque lo
tenemos a Messi, sino que nos presta, porque nos cobra una tasa, y luego tenemos
que devolver dicho capital más el interés pactado. Si no acudimos afuera,
tenemos la “maquinita” de imprimir billetes, pero eso es justamente lo que no
queremos volver a hacer, ya que se debió poner la tasa de lebacs en niveles
exorbitantes para chupar dicho excedente de pesos que le daba de comer a una
inflación cada vez más indomable que afecta en mayor medida a los que menos
tienen.
Un país que gasta más
de lo que tiene no ahorra. Un país que no ahorra, por ende, no invierte. Y un
país que no invierte, no genera las condiciones para un crecimiento sostenido
en el tiempo, ya que la variable productividad es lo único que a largo plazo
nos puede transformar realmente. En un mundo que está planteando un cambio de
paradigma en lo que es la robótica, nuevas formas de producción, sistemas de
trading mediante algoritmos, volvemos al Fondo para financiar los problemas que
no sabemos resolver (o no queremos).
La historia argentina
nos enseña que el electrocardiograma marca un corazón con demasiados vaivenes.
Estabilidad y crisis se repiten sin parar en el curso del camino. Quizás es
tiempo de parar la pelota y repensar hacia dónde vamos. Parar la pelota en el
año del mundial parece una paradoja, pero marcar un rumbo parece ser el
principal desafío del gobierno. No caer en una reiteración de “estabilidad –
crisis” parece ser el cambio que necesariamente precisa el país.
El equilibrio, en todos
los frentes, precisa de medidas y decisiones. En ellas, habrá ganadores y
perdedores. Una buena comunicación de las mismas y el hecho de marcar el rumbo
que se pretende tomar parecen ser los frentes que deben ser atendidos y reclama
la sociedad para no volver a caer en un pozo del que luego es muy difícil
salir. En este juego de sabanas cortas, cuando solucionas un problema se genera
otro. Lo importante es determinar y tener bien en claro las prioridades, es
decir, aquellos “baches” que deben taparse en forma inmediata.
Imagenes:
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