Por Hugo Freyre
Se viene el mundial de fútbol y
terminan los amistosos preparativos antes que comience a rodar la pelota. En el
partido que gano España el último martes se terminaron de desnudar las
falencias que nuestro seleccionado tiene a la hora de funcionar en equipo. Es
cierto que la crítica fácil y el momento justo para pegarles a todos es ahora,
sin embargo, sin ánimos de caerle a nadie en particular, lo que falla es la
estructura. Dos modelos completamente antagónicos, un seleccionado español que
sabe a lo que juega y respeta un modelo que se viene gestando desde hace muchos
años. Y por el otro, un seleccionado argentino que tiene como bandera la
improvisación. Está bien que este es un período de prueba, para luego, en el
mundial no dejar lugar a dudas y que salgan a jugar los que se encuentran en
mejores condiciones.
La crítica recae en que siempre se
vuelve a recurrir a los mismos jugadores y dependemos de nuestra bala de plata.
Siempre. Cuando el individualismo es más fuerte que el colectivo pasan estas
cosas. Nos gusta depender de un nombre propio, y si las cosas no funcionan,
tirar a matar. Sampaoli, Messi, y el que venga después.
Haciendo un paralelismo, en el ámbito
político y económico siguen tapándose con maquillaje los problemas de fondos
que tiene el país. La revolución que se prometía todavía no se vislumbra, y
solamente se vienen poniendo parches en aquellos huecos que existían. Las
reformas fueron tibias, y sin embargo tuvieron consecuencias fuertes en las
calles. Si el ministro de economía no funciona, lo cambiamos. Si el técnico no
gana, lo cambiamos. Si la lluvia de inversiones no llega, es culpa del resto
del mundo que no confía en nosotros. No importa si el rumbo elegido es el
correcto, si no se dan los resultados de una manera extremadamente rápida, no
sirve. Y de esta forma, lo urgente nos tapa lo importante.

Por otro lado, el año que viene
volvemos a elegir presidente. Ya no queda tiempo para hacer reformas de fondo,
porque los tiempos electorales empezaron a soplar. De ahora en más, todas las
energías y decisiones tendrán la mira en las elecciones. Seguimos surfeando un
déficit difícil de parar, el cual debe ser financiado. Lo importante tendría
que haber sido bajar el mismo, pero lo urgente tapa lo importante. Este año los
pronósticos auguran un crecimiento del PBI, y esperemos que sea sostenido durante
los próximos años para que la deuda tomada sea sostenible, es decir, se pueda
hacer frente a los flujos. ¿Y qué pasa si no crecemos al ritmo esperado?, ¿Por
otro lado, que pasa si el remate de Higuain pega en el palo y no entra?. En ese
momento es cuando debe aparecer el equipo. En ese momento es cuando el país
tiene que tener otras herramientas para sortear las crisis. Si nos endeudamos
hasta la cabeza, dependemos de nuestros amigos del exterior y sus decisiones de
política económica. Si decidimos financiar vía emisión, aparece la inflación.
Si la lluvia no llega, y aparece una mala cosecha, estamos condenados a un
menor crecimiento, y todo esto porque durante muchos años se perdió la
oportunidad de industrializar nuestro país.
Entonces, ¿Quién falla en la
construcción de un modelo exitoso qué tenga resultados en el largo plazo ?
¿Sampaoli, Higuain, Macri o Cristina?.
En cierta medida, fallamos todos. Porque un nuevo país no se construye
con desequilibrios, sino por el contrario, apostando al equilibrio y al trabajo
en equipo, siempre tirando para el mismo lado. Un equipo, por otro lado, no se construye rodeando a un jugador, sino como un engranaje en el cual cada pieza debe encajar perfectamente, y si se cambia alguna, la que lo reemplace debe funcionar igual de bien. No existe un salvador, porque la
selección como la sociedad se construyen en comunidad. Hasta que no entendamos
esto, estaremos condenados a la suerte y la improvisación.
Imágenes:
https://www.google.com.ar/search?q=messi+rodeado+por+chilenos&rlz=1C1LENN_enAR481AR481&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjJ9Yvm6JvaAhUEFZAKHZwYCY8Q_AUICigB&biw=1366&bih=637#imgrc=2P0MQLamB-dk_M:
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