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Un mes de definiciones.

domingo, 1 de octubre de 2017

Por Hugo Freyre

Empezó Octubre y no es un mes cualquiera en el calendario para los argentinos. Las elecciones legislativas que tenemos por delante definen, en cierta forma, el futuro de nuestro país, y tanto el oficialismo como la oposición lo tienen muy en claro.
Dichas elecciones darán el puntapié inicial de lo que será la carrera presidencial hacia el 2019, y es por ello que una diferencia a favor de Cambiemos en provincia de Buenos Aires encaminaría las cosas hacia una reelección presidencial a favor de Macri. Sin embargo, otras cuestiones más de fondo se definen, en busca de estabilizar la economía y encontrar el tan ansiado sendero de crecimiento.

Un resultado favorable para el oficialismo significaría encontrar la gobernabilidad, un término no menor en nuestro país, con tantos intereses encontrados que muchas veces ponen en peligro la toma de decisiones difíciles, pero sustentables en el tiempo. En este marco, se imponen en la agenda dos reformas para encaminar la productividad y la atracción para invertir en nuestro país: por un lado la reforma impositiva y por el otro la concerniente a lo laboral. Sin lugar a dudas que el mundo empresario nunca firma un cheque en blanco a la hora de poner plata en un determinando proyecto, y analiza cada factor que puede condicionar su rentabilidad. En el otro costado, está el Gobierno de turno, quien debe garantizarle que las reglas de juego continuaran firmes por un período de tiempo relativamente estable.

Muchas veces la tasa de interés marca el estado de salud de un país en materia económica. El año pasado llegamos a tener la misma en un 38%, algo así como tener 41º de fiebre. Estábamos muy mal, sin embargo, fue la receta para bajar la inflación. Al ser un fenómeno monetario, el Banco Central tuvo que activar está mecanismo para reducir esta enfermedad distorsiva y con altas implicancias, principalmente para aquellos que menos tienen. Mucha gente puede hacerle frente a la inflación, a través de distintas herramientas: puede ser mediante un plazo fijo, muchas veces perdiendo poder adquisitivo, a través de un Fondo Común de Inversión que han vencido o bonos y acciones. Sin embargo, en un país como el argentino que tiene gran parte de su población fuera del sistema bancarizado, y más aún de la inversión financiera, esta actividad se circunscribe a un universo muy pequeño.

Teniendo en cuenta dicho punto, el tema de la inversión financiera a salido a la luz en los últimos meses, ya que diversos sectores argumentan que dentro de la reforma impositiva debe gravarse la renta financiera. En este punto hay que hacer foco, ya que según lo expuesto en el párrafo anterior, el universo que invierte en nuestro país es muy pequeño, y ya sabemos lo que sucede cuando se introduce un impuesto adicional a la catarata ya existente. Por este motivo, es necesario tener cuidado, ya que una persona que compra una acción o una obligación negociable está apostando y financiando a dicha empresa, y en un mercado tan poco desarrollado como el argentino, esto puede perjudicar el acceso a financiamiento por parte del mercado de las empresas, una alternativa atractiva al tradicional préstamo bancario. Otra alternativa sería gravar los plazos fijos, inversión tradicional y la más apostada por los argentinos, o los bonos soberanos, pero volvemos al punto al identificarlos como una fuente de financiamiento del Estado. Es necesario prestar atención al redactar la reforma acerca de que se quiere gravar y que impactos puede tener. Sin lugar a dudas, es necesario que nuestro sistema vuelva a ser progresivo, es decir, aquellos que más tienen paguen más, sin embargo, también tener en la vista el desarrollo productivo de nuestro país, que será la fuente generadora de puestos de trabajo que permitirán bajar la pobreza. Es decir, dicho de otra manera, es necesario cuantificar el impacto traducido en impuesto recaudado con impuestos a la renta financiera y sin ellos. Por otro lado, estamos todos de acuerdo que, por ejemplo, en el caso del IVA es inminente una baja en la alícuota, poniéndonos a tonos con otros países de la región, ya que es un impuesto que pega de lleno en los bolsillos de los sectores más vulnerables.


Toda esta reforma debe efectuarse en un marco de responsabilidad fiscal, ya que el gasto público debe ser bajado en forma gradual, pero para que las cuentas cierren, los impuestos deben hacerlo de la misma manera. Si los impuestos bajan por el ascensor pero el gasto por la escalera, puede traducirse en una bomba de tiempo para el Gobierno, y para todos nosotros. Por este motivo, la reforma tiene que ser encarada de forma de mantener el equilibrio, palabra muy difícil de aplicar en nuestro país.


Por el lado del Banco Central, la entidad monetaria no afloja con la tasa de Lebacs, dando claros signos que hasta que no ceda la inflación núcleo, es decir, aquella que no tiene en cuenta la estacionalidad, dicha tasa será la espada de Sturzenegger en la cruzada contra la inflación. El desafío se vislumbrará cuando la inflación ceda, la tasa baje y ya no existan estas ganancias estratosféricas, vistas solo en algunos países del mundo. En aquellos países que vienen con una fiebre alta y tratando de bajarla. En aquellos países donde se vivieron períodos de ilusión, fiestas que nadie podía pagar pero solo algunos disfrutaban. En un país que está tratando de normalizar sus principales variables macroeconómicas. En un país que quiere volver a ser el que alguna vez fue.


Imágenes:
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