Por Hugo Freyre
Empezó
Octubre y no es un mes cualquiera en el calendario para los argentinos. Las
elecciones legislativas que tenemos por delante definen, en cierta forma, el
futuro de nuestro país, y tanto el oficialismo como la oposición lo tienen muy
en claro.
Dichas
elecciones darán el puntapié inicial de lo que será la carrera presidencial
hacia el 2019, y es por ello que una diferencia a favor de Cambiemos en
provincia de Buenos Aires encaminaría las cosas hacia una reelección
presidencial a favor de Macri. Sin embargo, otras cuestiones más de fondo se
definen, en busca de estabilizar la economía y encontrar el tan ansiado sendero
de crecimiento.
Un
resultado favorable para el oficialismo significaría encontrar la
gobernabilidad, un término no menor en nuestro país, con tantos intereses
encontrados que muchas veces ponen en peligro la toma de decisiones difíciles,
pero sustentables en el tiempo. En este marco, se imponen en la agenda dos
reformas para encaminar la productividad y la atracción para invertir en
nuestro país: por un lado la reforma impositiva y por el otro la concerniente a
lo laboral. Sin lugar a dudas que el mundo empresario nunca firma un cheque en
blanco a la hora de poner plata en un determinando proyecto, y analiza cada
factor que puede condicionar su rentabilidad. En el otro costado, está el
Gobierno de turno, quien debe garantizarle que las reglas de juego continuaran
firmes por un período de tiempo relativamente estable.
Muchas
veces la tasa de interés marca el estado de salud de un país en materia
económica. El año pasado llegamos a tener la misma en un 38%, algo así como
tener 41º de fiebre. Estábamos muy mal, sin embargo, fue la receta para bajar
la inflación. Al ser un fenómeno monetario, el Banco Central tuvo que activar
está mecanismo para reducir esta enfermedad distorsiva y con altas
implicancias, principalmente para aquellos que menos tienen. Mucha gente puede
hacerle frente a la inflación, a través de distintas herramientas: puede ser
mediante un plazo fijo, muchas veces perdiendo poder adquisitivo, a través de
un Fondo Común de Inversión que han vencido o bonos y acciones. Sin embargo, en
un país como el argentino que tiene gran parte de su población fuera del
sistema bancarizado, y más aún de la inversión financiera, esta actividad se
circunscribe a un universo muy pequeño.
Teniendo
en cuenta dicho punto, el tema de la inversión financiera a salido a la luz en
los últimos meses, ya que diversos sectores argumentan que dentro de la reforma
impositiva debe gravarse la renta financiera. En este punto hay que hacer foco,
ya que según lo expuesto en el párrafo anterior, el universo que invierte en
nuestro país es muy pequeño, y ya sabemos lo que sucede cuando se introduce un
impuesto adicional a la catarata ya existente. Por este motivo, es necesario
tener cuidado, ya que una persona que compra una acción o una obligación
negociable está apostando y financiando a dicha empresa, y en un mercado tan
poco desarrollado como el argentino, esto puede perjudicar el acceso a
financiamiento por parte del mercado de las empresas, una alternativa atractiva
al tradicional préstamo bancario. Otra alternativa sería gravar los plazos fijos, inversión tradicional y la más apostada por los argentinos, o los bonos soberanos, pero volvemos al punto al identificarlos como una fuente de financiamiento del Estado. Es necesario prestar atención al redactar la
reforma acerca de que se quiere gravar y que impactos puede tener. Sin lugar a
dudas, es necesario que nuestro sistema vuelva a ser progresivo, es decir,
aquellos que más tienen paguen más, sin embargo, también tener en la vista el
desarrollo productivo de nuestro país, que será la fuente generadora de puestos
de trabajo que permitirán bajar la pobreza. Es decir, dicho de otra manera, es
necesario cuantificar el impacto traducido en impuesto recaudado con impuestos
a la renta financiera y sin ellos. Por otro lado, estamos todos de acuerdo que,
por ejemplo, en el caso del IVA es inminente una baja en la alícuota,
poniéndonos a tonos con otros países de la región, ya que es un impuesto que
pega de lleno en los bolsillos de los sectores más vulnerables.
Toda
esta reforma debe efectuarse en un marco de responsabilidad fiscal, ya que el
gasto público debe ser bajado en forma gradual, pero para que las cuentas cierren,
los impuestos deben hacerlo de la misma manera. Si los impuestos bajan por el
ascensor pero el gasto por la escalera, puede traducirse en una bomba de tiempo
para el Gobierno, y para todos nosotros. Por este motivo, la reforma tiene que
ser encarada de forma de mantener el equilibrio, palabra muy difícil de aplicar
en nuestro país.
Por
el lado del Banco Central, la entidad monetaria no afloja con la tasa de Lebacs,
dando claros signos que hasta que no ceda la inflación núcleo, es decir,
aquella que no tiene en cuenta la estacionalidad, dicha tasa será la espada de
Sturzenegger en la cruzada contra la inflación. El desafío se vislumbrará
cuando la inflación ceda, la tasa baje y ya no existan estas ganancias estratosféricas,
vistas solo en algunos países del mundo. En aquellos países que vienen con una
fiebre alta y tratando de bajarla. En aquellos países donde se vivieron
períodos de ilusión, fiestas que nadie podía pagar pero solo algunos
disfrutaban. En un país que está tratando de normalizar sus principales
variables macroeconómicas. En un país que quiere volver a ser el que alguna vez
fue.
Imágenes:
https://www.google.com.ar/search?q=un+mes+de+definiciones&rlz=1C1LENN_enAR481AR481&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjvzcr71NDWAhWKIpAKHYncAtAQ_AUICigB&biw=1366&bih=588#imgrc=MEwPWK1JcYvi1M:







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