Un país debe especializarse
en aquello para lo cual es relativamente mejor. ¿Suena lógico no? De esto habla
la teoría de las ventajas comparativas expuesta por David Ricardo, un
economista influyente en su época. La misma no es actual, data de muchos años atrás
pero nos preguntamos: ¿Puede tener vigencia la misma en la actualidad? Si la
respuesta es afirmativa, ¿De qué manera?
Lamentablemente no podemos
llevarlo al plano futbolístico, ya que tenemos al mejor jugador del mundo y
somos los últimos subcampeones del mundo, lo que nos muestra un panorama
sumamente alentador si de ventajas comparativas hablamos. El análisis se centra
en el intercambio de bienes y servicios, una economía abierta al mundo.
Llevándolo a nuestro
territorio, Argentina sin lugar a dudas tiene como “ventajas” la gran cantidad
y calidad de recursos naturales y climas, sumado a mano de obra altamente calificada
y en términos de costos relativamente barata. Pues bien, sin dudas el contexto
económico mundial no es el mismo en el cual vivió el economista Ricardo, ya que
la era de la globalización vino para quedarse.
Es importante que el lector
entienda que dicha ventaja debe darse en términos relativos y no absolutos. Es
decir, un país pequeño puede producir menor cantidad del producto A y el B con
respecto a otro país más grande, sin embargo tiene una ventaja relativa con el
producto A, en cuanto al costo de producción, la disponibilidad del recurso, la
mano de obra calificada que necesita, entre otras cuestiones. Si nos ponemos el
traje de David Ricardo (nos queda muy grande por cierto) y miramos a nuestro
país, ¿Cuál creemos que debería ser nuestra ventaja para explotar?.
No es nada simple la
respuesta. Sin embargo, combinando recursos naturales y mano de obra calificada
la primera respuesta es la actividad agropecuaria. ¿Deseamos desarrollarnos?
Vayamos un paso más hacia adelante. En términos de comercio internacional, si
continuamos sin desarrollar nuestra industria
y vendemos nuestros productos sin sumar valor agregado, seguirá
“sangrando” el flujo de entrada y salida de divisas. Entonces debería apuntarse
no a ser el “granero” del mundo como nos tildaron en una época, sino a este
granero sumarle un camión que lleve los productos a la fábrica y porque no
aprovechar otro medio de transporte alternativo (menos costoso) que lo traslade
al supermercado. Recién en este momento, comenzar a exportar. Esto nos dará la
posibilidad de entrar en el desarrollo de infraestructura para ser más
competitivos y en educación, ya que se necesitará mano de obra preparada.
El mundo necesita alimentos
y esto no es novedad. Tenemos que aparecer nosotros como proveedores. Sin
embargo, también será necesario diversificar la matriz productiva de nuestro
país para no depender solamente de un clima que nos guiñe el ojo para tener una
buena cosecha, o que a nuestros competidores les vaya mal.
La visión centro – periferia
que nació en la División Internacional del Trabajo también puso a nuestro país
en un lugar de proveedora de alimentos y demandante de bienes de capital. Tenemos las condiciones para ir más allá.
¿Seremos capaces de hacerlo?





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