Arturo Frondizi fue un presidente argentino. Un hombre que quizás para muchos, tiene
numerosos atributos que lo califican para ser unos de los hombres más importantes en la
historia argentina. En este país marcado por el cortoplacismo, animarse a pensar en un
proyecto de largo plazo enmarcado en lo que conocemos como desarrollismo es una
cruzada bastante ambiciosa, ese sinuoso camino con numerosos obstáculos en el ámbito
de política económica.
Veamos un poco quien fue este mandatario y porque se habla de su modelo en estos
días. Arturo Frondizi asume como presidente el 1º de mayo de 1958 como representante de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), comprometiéndose a desarrollar un programa que no olvide los lineamientos puros del peronismo. Los objetivos ya no estarían puestos en la agricultura y la ganadería, el futuro de Argentina se encontraba en el desarrollo de las
industria básica pesada: petróleo, siderúrgica, maquinarias; lo que permitiría abastecer a la industria liviana y así se liberarían recursos que antes se utilizaban para importar. Marcando una diferencia con otros protagonistas de corte nacionalista, argumentaba que los capitales extranjeros eran útiles si impulsaban las industrias subdesarrolladas del país.
¿Qué impedimento a simple vista se nota en su proyecto económico? El estrangulamiento de la balanza de pago, es decir, cuando las importaciones de bienes de capital superan en
términos de divisas extranjeras las exportaciones de productos primarios (en criollo, salen más dólares de los que entran). ¿Cómo solucionarlo? Encarar el foco de atención y los esfuerzos en desarrollar la industria pesada. El frondicismo compartía muchos de los postulados del Informe Prebisch sobre la descapitalización del país y el déficit en energía y transporte.
El financiamiento del plan de desarrollo que quería encarar Frondizi debía realizarse por medio de capitales extranjeros, ya que el mismo era considerado por el gobierno como una medida de shock, por eso era importante estar alineados con los organismos extranjeros, lo cual ya había sido posible gracias a la Revolución Libertadora. El presidente electo Mauricio Macri tiene una posición similar, ya que apuesta a repatriar la inversión que tanto residentes como no residentes argentinos tienen en el exterior, por medio del restablecimiento de la confianza y previsibilidad en la economía argentina (no es menor que una de sus primeras medidas sea poner al Indec de nuevo como una institución que otorgue cifras acordes a la realidad).
Pues bien, no todo es color de rosas y la historia así lo demuestra. Una trampa que tiene este modelo es la contracara del ahorro de divisas, es decir, los requerimientos que tiene la misma para adquirir los bienes de capital que se necesitan como piedra angular del desarrollo. Otro de los desafíos que tiene el nuevo gobierno es mantener el elevado gasto público sumado a estos nuevos condicionantes de dinero que deberá afrontar el Estado (una estrategia es negociar créditos a largo plazo con una tasa de interés razonable destinados exclusivamente a este programa de desarrollo).
Está claro que a la hora de aprovechar el financiamiento externo, hay que ponerse firmes a la hora de negociar. Una estrategia que tenga en cuenta los intereses nacionales por encima del empresariado foráneo es crucial. De nada sirve que las empresas transnacionales aporten inversión y luego se la “lleven” toda, explotando nuestros recursos naturales y capital humano (muy calificado en nuestro país). En esta materia empieza a jugar el rol moderador del Estado.
Por otro lado, es importante que YPF sea nacional para poder explotar nuestros recursos
naturales sin presiones externas, acordes al modelo de industrialización que se quiere llegar, siempre y cuando sea una empresa eficiente y con un potencial de ser protagonista como unos de los pilares del desarrollo con zonas como Vaca Muerta.
La famosa ecuación de Frigerio (carne + petróleo = acero + industria química) explican el modo en que se iba a financiar esta cruzada hacia el desarrollo de la industria pesada. La exportación de carne sumado al ahorro de divisas por el autoabatecimiento de petróleo posibilitarían el desarrollo de la segunda parte de la formula. Justamente ahora, en este nuevo gobierno que comienza otro Frigerio aparece como candidato a comandar el Ministerio de Hacienda. ¿Será sector agropecuario + desarrollo de YPF = Industria pesada la nueva fórmula? No lo sabemos.
El tema es muy complejo y tienen diversos puntos conflictivos a la hora de implementar este modelo. Sin embargo, hay que animarse a pensar en grande, obviamente sin perjudicar los intereses de aquellos compatriotas más necesitados, por ello el camino de la devaluación no es viable, si el de mejorar la infraestructura, bajar los costos del flete y eliminar las retenciones a las economías regionales, es decir, ser más competitivos no tocando el precio ya que eso afecta en forma directa el salario real a través de la inflación.
Dar un paso mas por sobre lo ya logrado, y pensar en el largo plazo, debe ser el desafió de la Argentina que se viene.
Actualización 25/11/2015: Hoy fue anunciado Alfonso Prat Gay como Ministro de Hacienda y
Finanzas del futuro gobierno.





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