“Síganme yo soy, el político, el actor.
Vengo a presentar mi propuesta popular.
Mil millones más, no los voy a defraudar.”
Es que si, se acercan épocas de elecciones y las apariencias de las ciudades cambian totalmente, la clásica selva de cemento queda tapada por pancartas, pasacalles, pinturas, grafitis, publicidad móvil, entre otros medios que pretenden llamar la atención. Cualquier espacio público disponible parece ser un excelente lugar para poner el nombre o las caras de los candidatos. Y ni hablar de nuestras computadoras, celulares, tablets que se inundan de publicidad digital, no pudiendo mirar un video de YouTube tranquilos sin antes escuchar cuáles son sus promesas.
Todas estas campañas de promoción no son gratis, pero ¿es necesario tanto gasto en promoción? O peor aún, ¿hay algún tipo de correlación entre lo gastado para llegar al poder y el cumplimiento de las promesas hechas a los ciudadanos?
“Necesitábamos mucho dinero para que la gente pudiera ver todas las tardes a un negro en televisión y hacerse la idea de que Barack Obama podía ser presidente de los Estados Unidos", afirmaba Samuel Issacharoff, argentino radicado en Estados Unidos y asesor en financiamiento de campañas de Obama.
Ahondemos un poco más, para darnos una idea hoy en día una campaña presidencial está costando alrededor de los 100 millones de dólares solo para el periodo de un año. Si señores, tanto el “massismo” como el “sciolismo” y “macrismo” habrán gastado eso cada uno en solo un año cuando lleguemos a Octubre.
El 75% del gasto de los principales partidos es absorbido por la publicidad en medios de comunicación. Esto incluye propaganda en los sitios web de los diarios más visitados, así como también posicionamiento en Google y múltiples apariciones en Facebook y YouTube, claves para viralizar los spots de campaña. Se estima que el Pro invirtió 13 millones en medios; el Frente para la Victoria, $ 11 millones, y ECO, $ 5 millones.
Además, los candidatos necesitan presupuestar fondos para que sus fiscales controlen las mesas en los días de elecciones. Enfocándose en los distritos más importantes como ser Buenos Aires, Capital Federal, Córdoba, Rosario, Santa Fe y Mendoza, se necesitan aproximadamente 40 mil fiscales a quienes se les paga $500 pesos a cada uno. Esto arroja un gasto de 20 millones de pesos por elección solo por fiscalizar.
¿De dónde sale toda esa plata? Se estima que la proveniencia de los fondos es en un 60% aportes de privados, es decir son grandes empresas las que están detrás de un partido y financian las campañas. ¿Comprometidas con la sociedad y en busca de un país mejor? Claro que no, el objetivo es jugar con los intereses de unos y otros para luego verse favorecidas si su partido llega al poder. Es simple, por ejemplo, hoy en día sabemos que existen medidas que restringen las importaciones y que, en teoría, son iguales para todas las empresas dependiendo de su actividad. Sin embargo, algunas “mágicamente” obtienen de forma más rápida las autorizaciones de sus DJAIs (Declaración Jurada Anticipada de Importación) y así, importan más que sus competidores. Otro caso puede ser el acceso a créditos del gobierno, no teniendo todas las mismas posibilidades de recibirlos y cabe preguntarnos si aquellas habrán sumado su “granito” de arena a que su candidato llegue a ocupar la Casa Rosada.
Sumado a esto, de cara a una elección el gobierno de turno tiene una ventaja sobre el resto, ya que puede recurrir a los recursos del Estado y orientar el flujo de fondos hacia donde le sea más conveniente. Esto también es hacer campaña.
La suma de los millones gastados para comunicar promesas con pocas esperanzas de luego ser cumplidas ya se nos hizo incalculable. Millones y millones para la educación, seguridad, salud, igualdad…¿Y? Todo sigue igual. Es en esta carrera por el poder en donde también estalla la guerra del marketing, así como algunos buscan persuadirte para que compres un producto muchas veces innecesario, otros lo hacen para que compres su figura.
“Mil millones más, para la igualdad social.
Mil millones más, total quien se va a enterar.
Mil millones más para su seguridad.
Mil millones más, mueren de hambre en esta sociedad.”
Por último, y tal como lo dice la canción “mil millones más, mueren de hambre en esta sociedad”, nos permitimos reflexionar sobre Oscar Sanchez, el niño de la comunidad Qom que falleció producto de una severa desnutrición que lo afectaba. ¿Quien le explica a los familiares de Oscar que va a hacer con el dólar, la inflación, las reservas si ellos perdieron a su hijo, nieto, sobrino?, ¿Quien le vende a la comunidad Qom un país repleto de inversiones extranjeras si lo único que necesitan es un país que les garantice alimentación, salud y educación?. ¿A Oscar le hubiera gustado ver una pantalla gigante mostrando un candidato seguro y sonriente en plena Avenida 9 de Julio o solo necesitaba acceder a los alimentos necesarios para su desarrollo? Este gasto, desperdicio y derroche excesivo de dinero se hace entonces más indignante cuando se le quita a un niño la posibilidad de ir a la escuela, tener una digna y saludable.
Candidatos maquillados y de traje, expertos en la venta de ilusiones.
MILLONES NO !
Fuentes:
http://www.lanacion.com.ar/1781894-cuanto-cuestan-las-campanas-electorales
http://www.lanacion.com.ar/1809935-pro-gasto-el-doble-que-eco-en-la-campana-portena
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