¿Temor al “efecto contagio? La Argentina frente a la crisis brasileña.
En este caso no arrancamos cantando el famoso “Brasil decime que se siente”. Las tribunas tienen que juntarse y cantar juntas “Brasil hay que salir de esta”.
Cada vez son más frecuentes las manifestaciones en Brasil contra el gobierno político de Dilma. Cada vez nos sorprende menos leer un titular sobre el escándalo de corrupción de nuestro país vecino y su mayor cantidad de implicados. Lo cierto, es que Brasil está atravesando una crisis que afecta todas las esferas de la economía. No sólo por su déficit fiscal en torno al 8% de su PBI y por su inflación en aumento; sino porque toca un componente esencial de toda política económica: la confianza de sus ciudadanos.
La situación brasileña vuelve a escena luego de que la agencia Standard & Poor’s redujera la calificación de la deuda a un escalón por debajo del nivel de grado de inversión (los rebajo al rango especulativo, algo así como que cataloguen como país poco confiable). Este hecho, sumado al poco respaldo político que está teniendo la mandataria luego de su reelección, acentúa la debilidad de un gobierno que poco interés parece tener en cambiar la coyuntura económica. Organizador del último mundial de fútbol y próximo a celebrar los Juegos Olímpicos, preso de un elevado gasto público que gran parte de la población tilda como superfluo e insignificante, mengua la popularidad de la presidenta en ejercicio.
Ante la pausada desaceleración de la economía china, la disminución en el precio de las commodities y el fortalecimiento del dólar frente al real, el país que dirige la representante del partido de los trabajadores no pudo reaccionar, avanzando hacia esta inminente crisis.
Justamente ayer, se produjo una devaluación histórica, siendo la cotización de la moneda estadounidense la mas alta desde la creación del Real en 1994.
Ahora bien, como uno de los principales socios comerciales de este país y como integrantes del mismo bloque económico, nos preguntamos ¿Qué implicancias tiene la crisis brasileña para la economía Argentina? ¿Se trata de una influencia directa; o repercute a través de la mente de los argentinos? ¿Será que nos estamos preparando para el “efecto contagio”?
Consideramos que se puede hablar de una suerte de “círculo” en el que la economía argentina está inmersa. Las exportaciones de autos desde nuestro país hacia Brasil disminuyeron considerablemente, siendo para la Argentina el peor agosto en los últimos años en la industria automotriz. En determinadas empresas que exportan hacia Brasil, la caída de la producción es todavía más abrupta y, si bien no llegan a ser despidos, existen gran cantidad de suspensiones. Este hecho ocasiona un importante descenso en el ingreso de dólares presionando sobre la producción. De este modo, el gobierno debe aumentar las restricciones a la compra de esta divisa tan deseada.
Por su parte, en el mercado financiero podemos ver ya efectos no deseados de esta crisis. El giganta petrolero Petrobras tiene una influencia directa en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, teniendo una participación del 16,5% en la torta que compone el índice Merval, principal indicador en esta materia de cómo viene el mercado bursátil. Como reflejo de esto, ayer Martes 22-09 el Merval se desplomó 6,20% por la caída de las acciones de Petrobras.
Como frutilla del postre, una devaluación del real empuja al peso argentino ante una inminente devaluación, ya que el tipo de cambio queda aun más atrasado y afecta en forma directa nuestras exportaciones al ser menos competitivos. Recordemos, devaluación de nuestra moneda, aumento de precios, recesión.
Y vuelve a aparecer el componente que los argentinos ya estamos acostumbrados. Ante la falta de moneda extranjera, aparece el temor, la especulación y la “preparación hacia la crisis que se viene.”
Como argentinos, de esta manera, vemos posibles sólo dos alternativas: prepararnos o preocuparnos. No vislumbramos el desequilibrio brasileño como una oportunidad de crecimiento.
Esto es parte de un ciclo al que estamos acostumbrados: frente a una eventual crisis de un país con el que estamos ligado comercialmente, nuestra economía se desequilibra. Porque somos frágiles y susceptibles a cualquier temblor económico. Porque no tenemos una estructura firme capaz de hacerle frente a la inestabilidad. Porque en la mente de cada uno de los 40 millones de argentinos, está presente el constante ciclo de stop and go iniciado en los años 60 (explicado en el articulo anterior), y que parece nunca acabar.
¿Podremos
ponerle fin a este círculo? ¿O debemos acostumbrarnos a esta inestabilidad
cíclica? Una matriz productiva autosustentable y un mercado interno fuerte
parecen ser algunas respuestas, sin embargo, en el 2016 deberemos conformarnos
con un equipo económico que agarre la varita e implemente un plan integral que
tenga en agenda las principales variables macroeconómicos y vea el mapa
Argentina – Brasil como un solo país, un solo problema. Ahora mas que nunca, la
unión hace a la fuerza y el único camino viable parece ser el de aunar fuerzas
para salir como socios de esta crisis.
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