Por Hugo Freyre
Con el tema de Vilma Palma como disparador se plantea este
artículo. La coyuntura eleccionaria plantea un escenario veraniego en materia
económica. Dólar planchado, con tasas de interés a la baja y una inflación que
según viene demostrando, comienza a tomar un actitud también en sentido bajista,
con el consiguiente recupero del consumo que ello genera, en un contexto donde
la mayoría de las paritarias se cerraron. Por otro lado, ciertos planes como el
Ahora 12 o los subsidios a la compra de automóviles, plantean un esquema donde
se le pone “plata a la calle”, evidenciando signos de recuperación, aunque en
muchos casos, no son sustentables en el tiempo, ya que no se trata de un
crecimiento sostenido, sino que muchas veces se traduce en “anabólicos” electorales.
Que no se atrase, ni
devaluación abrupta ¿Entonces?. Especial atención merece el tipo de cambio
real. Este indicador, que muchas veces se utiliza para medir la competitividad
de nuestro país, tuvo un salto conocido por todos el año pasado, con una devaluación
muy importante de nuestra moneda. Sin embargo, en años electorales es común que
dicha variable quede “frenada”, no siguiendo el ritmo de la inflación, lo cual
distorsiona su precio de equilibrio. En este sentido, se han probado muchos
esquemas en la historia argentina de administración del tipo de cambio, sin
embargo, actualmente al dejarlo librado a una flotación entre bandas, es el
Banco Central quien tiene que tener el poder de fuego para intervenir en el
mercado cambiario, cuando la divisa suba o baje, vendiendo o comprando
respectivamente. En este esquema, es importante que no se atrase para no
afectar a los sectores productivos ni que se produzca una devaluación abrupta,
con el consiguiente impacto en el salario real que esto produce, a través del
“pass through”, esto eso, que porcentaje de dicha devaluación se traslada a
precios.
No existen caminos
cortos que recorran largas distancias. No existen veranos que saquen un
país adelante por un período sostenido de tiempo. En este sentido, el desafío
es transformar este verano en un período de crecimiento largo y duradero por lo
próximos años. Es por ello, que debe otorgarse previsibilidad al sector
privado, en materia tributaria, legal, entre otros tantos aspectos. Si las
reglas de juego cambian de un momento para el otro, aquellas inversiones que
llevan años materializarlas y llevan a crear fuentes de empleo no se instalan.
Recorrer una larga distancia significa reinventar la matriz productiva de
nuestro país, saliendo de una economía con gran componente primario para
agregar valor a nuestros productos, y que una sequía no nos condicione el
crecimiento en un año, tal como sucedió el año pasado. También, ir hacia un
largo recorrido significa un crecimiento del PIB sostenido, y no ir “mechando”
un año de crecimiento con otro en el cual dicho Producto cae. Por último, ir
hacia un esquema de “crecimiento de la torta”, pero poniendo foco en la
redistribución de la riqueza, para lo cual el Estado es el principal asignador
de recursos escasos, un estado eficiente y que se encuentre presente en
aquellos lugares donde la “mano invisible” del mercado no funciona. Esa mano
invisible que según algunas teorías se encarga de repartir la torta, pero que
sin embargo, muchas veces lo hace de forma ineficiente, o siempre direccionada
hacia aquellos con mayores recursos.
El sabor del encuentro. La situación actual de nuestro país plantea el desafío de
trascender las barreras de la bronca y el resentimiento, y entender, que nadie
tiene la verdad absoluta. Ponerse de acuerdo en ciertos puntos y los mecanismos
para que se cumplan serían puntos sumamente a favor que repercutirían en forma
casi automática en el riesgo país, lo cual le aseguraría a nuestro país un
financiamiento más barato en el caso de precisarlo. Nadie se opondría al hecho
de bajar la pobreza o aumentar el empleo, entre otros muchos puntos que generan
una opinión en un solo sentido, el más común de los sentidos pero que muchas
veces parece escasear, el conocido “sentido común”. Después están las
diferentes aristas de cómo encarar dichos problemas, es decir, con cuales políticas
se obtendrían resultados efectivos, tratando de no perjudicar a nadie en el
camino, en este juego de “sabanas cortas” donde se debe gestionar entre
necesidades ilimitadas y recursos escasos. Sin embargo, “un gran pacto” es
necesario para que nuestro país tenga expectativas de un crecimiento sostenido
y duradero en el tiempo. Un mundo cada vez más dinámico nos plantea el desafío
de “trascender para ascender”, saltar las barreras que nos separan y encontrar
puntos en común, para que de una vez por todas, nos dejemos de mirar el ombligo
y salgamos al mundo a ofrecer nuestras capacidades y recursos. Para que la
coyuntura no se transforme en un verano traidor y si en un verano que dure por
los siguientes años se necesita encontrarnos como argentinos y trabajar para
ello, ya que otro camino planteado es algo utópico.
Fuentes:
Imágenes:
0 comentarios:
Publicar un comentario